Cuando hizo su discurso para aceptar el Premio Nobel en Literatura en 1982, el escritor colombiano Gabriel García Márquez citó a William Faulkner. “Me niego a admitir el fin del hombre,” había dicho el maestro, en aquel mismo lugar, treinta y dos años antes.
Treinta y dos años después, García Márquez falleció. Las palabras que eligió para concluir su discurso siguen resonando: